Pese a que la pérdida de pelo masculina es más habitual, la alopecia en mujeres existe y presenta unos signos y evolución diferentes a las del hombre.
Al menos un 25-30% de mujeres sufre alopecia en algún momento de su vida. La pérdida de cabello en la mujer tiene un gran impacto estético y psicológico, con la carga adicional de que resulta una enfermedad más asociada a la población masculina.
Los tipos de alopecia en mujeres suelen coincidir con los que encontramos en hombres, aunque con una evolución distinta.
Alopecia androgenética en mujeres
La alopecia androgenética es la alopecia más habitual en mujeres y puede presentarse de forma precoz en mujeres de 30 a 40 años. El pelo se va haciendo más fino hasta que el folículo deja de trabajar y no produce nuevo pelo.
En las mujeres suele aparecer una mayor alopecia en la región frontal central y parietal. Detrás de esta alopecia están los factores genéticos (si hay familiares con calvicie) y los factores hormonales. El aumento de hormonas masculinas (andrógenos) está muy ligado a la llegada de la menopausia, dejar de tomar anticonceptivos orales u otros medicamentos y ciertas enfermedades, como el síndrome de los ovarios poliquísticos, entre otros.
Si se trata de una forma precoz, hay alternativas al injerto capilar en la mujer. La mesoterapia capilar y el plasma rico en plaquetas suelen funcionar muy bien.
Alopecia difusa en mujeres
El estrés, los déficits nutricionales y otras enfermedades pueden originar una caída de pelo brusca en mujeres. La alopecia difusa sorprende a la paciente por la gran cantidad de mechones de pelo que se pierden en muy poco tiempo. En este caso, el clareo del pelo no se localiza en una zona exacta.
En este caso estaríamos ante el efluvio telógeno, una alteración del ciclo de crecimiento del pelo que mantiene en suspenso la actividad del folículo y no genera cabello nuevo. Esta alopecia es reversible, mejora con tratamientos médicos y el tratamiento de la causa que la origina.
Alopecia areata en mujeres
La caída del pelo por parches aparece con mayor frecuencia en hombres y mujeres jóvenes. No hay un patrón a seguir en función de sexos, puesto que en cada paciente cursa de forma diferente y su evolución puede ser más o menos rápida. Conviene acudir cuanto antes a un especialista.
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